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RescAtando

A MANERA DE PRÓLOGO

 

La lectura es el viaje de quienes

no pueden tomar el tren.

 

Francis de Croisset

 

 

Se advierte en los textos de Javier Padilla la profunda devoción que le profesa a la tierra que lo vio nacer. Alguna vez tuve la fortuna de prologar una de sus obras, y me siento nuevamente honrado de ser testigo –y cómplice- de la lealtad que nuestro autor le rinde al solar de sus fervores.

Pues bien: Javier Padilla vuelve y nos obsequia más de su producción literaria; una producción que ha sido motivada por la nobleza y la perseverancia en el estudio de las costumbres y tradiciones de nuestro pueblo y -sobre todo- de nuestra ciudad de León. Y vuelve a imprimir en sus crónicas la ornamentación quimérica que las reviste de ensueño. Porque sepa el lector que nuestro autor es un fabricante de sueños y de ensueños, y que desfilan en su cerebro los más variopintos personajes del imaginario popular. Y sepa también que a veces esos personajes escapan del recipiente que los contiene y se manifiestan en la locura del mundo.

Tenemos entonces que el lector ha de alistarse para viajar al mismo tiempo entre el sueño y el mundo, sin extraviar el paso. ¿O mejor será que se pierda en el trayecto? Ya volverá a la realidad para contarles a sus amigos las peripecias del viaje. Y en verdad: ¿no fungirá como guía nuestro fabricante de ensueños? Confíe el viajero en nuestro autor.

La ruta que ha de seguir el lector se antoja exquisita: viajará al pasado, volverá al presente, y seguramente resolverá proyectarse hacia el futuro. Porque el viaje por la crónica -por la leyenda- siempre ha de reservarnos un boleto de embarque hacia el porvenir.

No ahondemos en detalles del trayecto. Bosquejemos, en cambio, las delicias que ha de saborear el viajero atento a los matices de la maravilla y de la historia:

El tripulante de este navío ha de entrevistarse con almas descarnadas y con espíritus descarriados; con músicos y con futbolistas; con héroes y con bandidos. Verá desfilar una pasarela de bellas señoritas y un ejército de valerosos militares. Se sumergirá en el juego del azar y del destino; de la suerte y del Albedrío.

Pero hallará también la plenitud del misticismo poético que envuelve a la Virgen de los Dolores, y el férreo tesón que adorna la senda espiritual de los hombres de Fe.

Y cantará poesía y recitará nostalgias.

Aborde pues el lector este barco legendario, y diríjase hacia el Prodigio…

 

                                Mariano González-Leal Messina,

                                Mayo de 2012

 

 

 

Todos los derechos reservados para el autor.

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